[Parte 2] La eficacia de un sistema educativo que se cae a pedazos

Todas las imágenes en esta entrada son de la Marcha Nacional Educativa (y Universitaria) del pasado 30 de agosto.

En una entrada previa, planteamos una serie de interrogantes que surgieron a la hora de comparar los dichos de la Ley de Educación Nacional, de 2006, con la realidad educativa de 2018. Lejos de que esos interrogantes quedaran sin respuesta, lo que presentamos ahora es una trama mucho más compleja que se desprende de la situación actual.

En las semanas posteriores a la publicación de aquella entrada, la situación de nuestras escuelas continuó empeorando. El nivel universitario convocó una movilización impresionante en defensa de las universidades públicas y de la educación pública en general, mientras que el gobierno decidió reducir varios ministerios a secretarías englobadas en otros ministerios. Nuestro Ministerio de Educación continúa intacto, pero la realidad es que todxs sabemos que el verdadero saqueo viene desde adentro. La pregunta que nos planteamos hace algunas semanas era: "¿Por qué?"; la respuesta que hoy venimos a postular es: "Banco Mundial".

Hace algunas semanas tuvimos la oportunidad de recurrir a algunos documentos del Banco Mundial como "Profesores Excelentes", en él encontramos un reflejo casi perfecto de la situación de nuestro sistema educativo, y nos dimos cuenta que aquel era el modelo de educación en el que nos encontramos profundamente envueltos. Cuestiones como las evaluaciones estandarizadas, el reconocimiento del "fracaso educativo", el Plan Maestro, los cambios en los profesorados y las discusiones sobre posibles implementaciones de sistemas más estrictos de control del desempeño de lxs docentes aparecen como consecuencia de aquel documento del Banco Mundial, acompañado por la clara complicidad del Gobierno argentino.


Ahora se preguntarán: "¿Y qué tiene que ver que las escuelas se caigan a pedazos con hacer eficiente a un sistema educativo?" Por cada escuela que se cae a pedazos, que cierra cursos o cierra completamente, se muestra al pueblo el fracaso del modelo educativo actual, y comienza a aumentar la aceptación de un paquete de reformas educativas del exterior. Por cada docente que haya parado, marchado o haya sido encontrado realizando tareas cuestionables se legitima el discurso de una evaluación docente más estricta para su habilitación para ejercer, lo cual no es una mala idea del todo, pero sabemos que en estos casos ninguna idea viene como tal se muestra.

Entonces, una vez que se haya demostrado que la educación no funciona y que los docentes se niegan a ser mejores, se acepta en la población la introducción de recortes en el presupuesto educativo para eliminar aquellas "escuelas de sobra" (la eliminación de los profesorados de CABA en favor de la llamada UniCABA es un buen ejemplo de ataque a la formación docente), se acepta la introducción de evaluaciones estandarizadas para docentes y estudiantes, se acepta la introducción de reformas a los diseños curriculares para su mayor eficacia de acuerdo al nivel en el que operan (esto lo hemos visto recientemente con la reducción de diferentes espacios en los diseños curriculares de las escuelas técnicas, por no ser considerados como importantes), y la introducción un régimen de bonificaciones económicas para separar aquellxs docentes que siguen las reglas del juego, de aquellxs que deciden enfrentar el sistema (lo cual poco a poco también estamos viendo). Y es exactamente lo que en mayor o menor medida estamos viendo, y es reconfortante ver la fuerte resistencia que se presenta en las calles y en los distintos colegios.

Al fin y al cabo, no necesitamos un paquete de reformas externas que digan lo que tenemos que hacer en base a estadísticas y evaluaciones estandarizadas a lo largo del mundo, lo que necesitamos es una educación pública gratuita, inclusiva, de calidad y adaptada al contexto económico y social de nuestrxs estudiantes. (Aquel último detalle es ignorado por el Banco Mundial, para nuestra poca sorpresa).


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